No hay duda de que el ser humano es un ser social y que establece una relación dialéctica con su contexto. Muestra de ello es la afectación que todos hemos experimentado ante la restricción del contacto con otros durante la pandemia causada por el SARS-CoV-2. En este sentido, es esperable
que aquellos que comparten más habitualmente con nosotros ejerzan una influencia mayor en nuestra vida, tal como nosotros impactamos en la de ellos. Este influjo se vuelve aún más gravitante cuando consideramos el grupo de aquellos que se encargan de cuidarse entre sí, conviviendo
cotidianamente; la familia.