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Conocerse para avanzar en el desarrollo personal

Recuerdo cuando era una niña y le dedicaba a menudo tiempo a decidir cuál era mi color favorito, mi comida favorita, mi libro favorito, etc. Era importante para mí contar con esas respuestas para compartírselas a quien quisiera conocerme. Luego, ya en la adolescencia, disfrutaba mucho el responder los cuestionarios que traían las revistas juveniles, para saber cuál era mi tipo de personalidad, mi pareja ideal y cosas similares. Y es que pareciera que, en esas etapas del desarrollo, tenemos mucho más presente el pensar en nosotros y en qué nos gusta, ejercicio que no debiéramos abandonar nunca, pues resulta ser fundamental para poder aceptarse y desde ahí trabajar en nuestro desarrollo personal. Sólo si tengo presente preguntarme ¿qué disfruto? ¿qué me desagrada ¿qué me gusta aprender? ¿qué me gusta enseñar?, podré dar el paso de entender por qué tomo las decisiones que tomo y más importante aún, por qué muchas de estas decisiones o acciones no se sienten bien al final del día.


Es frecuente ver en consulta a personas que sufren por vivir en la contradicción entre lo que sienten y lo que hacen, desorientadas por el peso de lo social y las expectativas de sus seres queridos. Tienden a surgir en estas circunstancias la negación o la justificación para permanecer en aquello que se intuye no es placentero, pero pareciera ser “lo mejor”, “lo que se debe hacer”, “lo más exitoso”. El primer gran paso para alcanzar coherencia interna es conocerse, luego del ejercicio de la genuina aceptación personal, podré trabajar en el desarrollo y si así lo quiero, la modificación de aspectos de mi vida que no sintonizan con mi “yo actual”. Para este fin, resulta muy útil la terapia, pero también puede servir llevar un diario personal o simplemente recordar realizarse preguntas sobre ¿cómo me siento? en las distintas actividades y momentos del día. Es importante no olvidar que “todo lo que crece cambia”.

Daniela Leyton

Psicóloga Adultos y Adolescentes