En estos tiempos cambiantes, flexibles y veloces, ir al psicólogo ya no es una humorada o un lujo, como se consideraba décadas atrás; o inclusive el pensar que «estoy loco» o «tengo una enfermedad mental», recién ahí nos movilizaba para solicitar ayuda. Ir al psicólogo ojalá se vaya transformando en una práctica habitual de cuidado de nuestra salud mental. ¡No esperar sentirnos mal, reventados, o con la angustia que nos sobrepasa para recién buscar ayuda!.
Que irónico resulta pensar que a cierta edad empezamos a realizarnos exámenes preventivos de rutina, yendo al internista con naturalidad, esperando prevenir o encontrar alguna dolencia «a tiempo» para ser tratada; pero no vamos al psicólogo esperando revisar nuestras emociones y modos de interactuar, ni cuidar nuestra capacidad de autocuidado y buenos hábitos.
El mundo de hoy es complejo, agresivo e incierto, y esta nueva forma de vivir, sin límites ni control llegó para quedarse… ¡Vayan al psicólogo!, no esperen que las ansiedades o trastornos del ánimo queden instaurados en su modelo de vida… ¡Hagan psicoterapia!, querernos y ayudarnos, también es considerarnos como parte de lo que debemos cuidar y atesorar.
Autoestima es quererse y aceptarse como somos, y por ende, entender que si queremos estar bien socialmente, ser buenas amigos, padres, hijos, trabajadores, etc., tenemos que incluirnos dentro de las primeras prioridades. No olvidemos que nuestro cuerpo, nuestra psiquis y nuestras emociones tienen que durar por lo menos noventa años.