La obesidad se considera como una enfermedad crónica y multifactorial, los factores genéticos, metabólicos y conductuales son los más determinantes. También contribuyen factores psicológicos, como la ansiedad, la depresión, el consumo de alcohol y los trastornos de la alimentación, principalmente el trastorno por atracón. La oferta excesiva y creciente de alimentos de alto contenido calórico, el aumento de grasas y de azúcares refinados en la dieta y la disminución de la actividad física contribuyen al aumento vertiginoso de este problema.
Desde el punto de vista psicológico, algunos elementos pueden contribuir al mantenimiento de la obesidad. Por ejemplo, la comida es empleada como «reemplazo emocional» desde las primeras etapas del desarrollo, especialmente en el mundo occidental: se recurre a la comida para atenuar el malestar emocional de cualquier origen (abandonos, rechazo, soledad, tristeza, etc.)
Es importante entender que, si consideramos a la obesidad como una enfermedad multifactorial, el tratamiento de ésta también lo es. No basta con enfocar el tratamiento en cuidar la dieta y hacer ejercicios físicos, sino que desde el punto de vista psicológico se hace necesario tratar el exceso de peso desde una perspectiva integral y profunda, basándonos en generar cambios que no sean básicos y superficiales, sino que estén enfocados en ir más allá y que se transformen en profundos y mantenidos en el tiempo.
Algunas temáticas que se trabajan en TERAPIA:
- Distorsión o insatisfacción de la imagen corporal. A menudo las personas que padecen obesidad tienen una imagen corporal negativa y/o distorsionada que dista de la realidad. Ambas realidades generan malestar, sufrimiento e incluso rechazo, que conviene trabajar y readaptar para liberar esta insatisfacción corporal.
- Descontrol, desorden y alteraciones en el comportamiento/ relación con la comida. Aquí entran en juego múltiples elementos, desde escoger lo que se come, cómo lo come, etc. hasta aspectos más esenciales como patrones o tendencias familiares, gestión de nuestras emociones ligadas a la comida, etc.
- Trastornos psicológicos como: ansiedad y depresión. Tanto la ansiedad como la depresión dificultan el bienestar de la persona y en el contexto de la obesidad, suponen una barrera que dificulta la mejora del tratamiento.
- Dificultades en las relaciones. Se puede dar el caso que presente dificultades en las relaciones sociales y/o familiares, que pueden estar favoreciendo el problema del peso.
- Hábitos inadecuados de estilo de vida. El mal hábito alimenticio a veces se extrapola a otros hábitos como la actividad física, el descanso, etc. La dificultad añadida es que los cambios conseguidos en muchos casos, se trata de cambios superficiales que no se mantienen a largo plazo y que dificultan a su vez, la motivación, una buena salud y la adherencia al tratamiento.
La intervención psicológica en obesidad es cada vez una realidad más necesaria e imprescindible. El tratamiento psicológico pretende dar solución o mejora a los posibles problemas que la persona padece en torno al problema del peso, idealmente de una manera cercana, empática, sistémica y compasiva.