Mas allá de las creencias religiosas, o inclusive las compras compulsivas que ocurren en esta fecha, celebrar navidad es regalarnos un espacio de amor en familia, de compartir con paz y calma afectos, cercanía y el preocuparnos por el otro. Celebrar la navidad (una fiesta en gran parte de nuestro planeta), denota que la bondad y las buenas intenciones también son parte importante del ser humano, valores y vivencias que en este mundo tan convulsionado parecieran haberse olvidado.
Es increíble pensar que a la mayoría de las personas les gustaría vivir en paz y armonía, lejos de los problemas de comunicación, angustias en los malos vínculos y en el mal trato diario, que parece ser la tónica, sobre todo, en el mundo virtual.
El ser humano es inquieto, en constante cambio, movimiento y evolución, por lo que la tranquilidad y la calma son sensaciones pasajeras y dinámicas. Va a depender de cada uno como ese fluir en la vida sea positivo o no.
Los invito a cada uno a buscar el desarrollar buenas relaciones de afectos, a vivir con respeto, tolerancia y armonía, a cuidar del otro siendo empáticos y asertivos, a construir sanas relaciones laborales y sociales, y sobre todo, a que no sea sólo un día al año en que nos preocupemos de ser buenas personas. El cariño y el cuidado de quienes amamos y nos aman debiera ser una práctica constante en el día a día, y que además tiene la virtud de hacernos sentir bien, elevar nuestro espíritu y llevarnos al camino de la sabiduría y la autorealización.
¡¡Feliz navidad a todos!!