No hace mucho tiempo los psicólogos asesorábamos a las gerencias de RR.HH. para implementar al interior de sus organizaciones estrategias que les permitiera combatir el síndrome del presentismo laboral o síndrome de la silla caliente, cuya principal consecuencia es la baja productividad de la organización.
Este síndrome se caracteriza porque las personas que lo presentan manifiestan problemas para concentrarse en sus funciones diarias. Hay baja capacidad resolutiva, baja productividad, baja motivación, las personas pierden el tiempo en actividades ajenas a su trabajo tales como revisar redes sociales, navegar por internet, hablar por teléfono, incluso se quedan más allá del horario normal de trabajo y se van después que se han ido sus jefes o compañeros directos.
Con la llegada de la pandemia del covid 19 y la implementación del teletrabajo se ha generado una nueva variante del síndrome del presentismo. Lo que vemos ahora es el presentismo virtual, que se caracteriza al igual que su antecesor por “el estar, pero no estar”. Dicho de otra forma, mi presencia que ahora es virtual aparece frente al otro o a los otros en algún espacio entro de la pantalla, pero en realidad no estoy… por lo menos no estoy presente de manera consiente, estoy en otra parte al igual que en la versión presencial, haciendo cualquier cosa que por lo general no tiene nada que ver con mi trabajo … y claro ambos síndromes tienen la misma matriz, la cual es la desmotivación.
¿Y qué hacemos entonces a nivel organizacional? Las gerencias de RR.HH. deberán tomar conciencia de esta nueva circunstancia para entender el problema y establecer las acciones necesarias para solucionarlo, por tanto, hablar de establecer un programa de Salud Mental en el Ámbito Laboral será un Must y no un Plus.
¿Y qué hago yo a nivel personal? Primero reconocer alguno de sus síntomas, luego buscar ayuda profesional para entender las circunstancias de mi desmotivación y finalmente aprender a establecer tareas que me permitan mirar la vida laboral de manera distinta y positiva mientras esperamos a tener mejores mínimos de certeza sobre nuestra nueva realidad.
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”; Ortega y Gasset, 1914.