Algunas de las preguntas que todos, alguna que otra vez nos hemos planteado son, ¿Es posible alcanzar la felicidad y atesorarla, o solo se puede aspirar a momentos felices? O ¿Existe un camino que garantice ser feliz?
La felicidad siempre ha sido una de las metas más añoradas del ser humano. Y de una forma u otra, siempre ha estado en el centro de la filosofía y en algunos casos incluso ha llegado a convertirse en uno de los conceptos clave alrededor del cual surgieron diferentes escuelas de pensamiento. De hecho, la felicidad desempeñó un papel protagonista en la aparición y el desarrollo de la ética griega.
Los filósofos griegos se plantearon dos preguntas esenciales: qué es la felicidad y qué hace felices a las personas. Sus respuestas dieron lugar a tres posturas diferentes. Por una parte, se encontraban los filósofos como Aristóteles, que afirmaban que ser feliz implicaba lograr la autorrealización y alcanzar las metas que nos hemos propuesto, logrando un estado de plenitud y armonía del alma.
Otro grupo de filósofos afirmaba que la felicidad significaba valerse por sí mismos, ser autosuficientes y no tener que depender de nadie. Por su parte, los estoicos iban un paso más allá y afirmaban que solo se puede alcanzar la verdadera felicidad cuando se es ajeno a las comodidades materiales y se sigue una vida basada en la razón, la virtud y la imperturbabilidad.
Por último, la tercera corriente de la filosofía griega que se dedicó a analizar la felicidad fue el hedonismo. Para su máximo representante, Epicuro, la felicidad significaba experimentar placer, tanto a nivel físico como intelectual, huyendo del sufrimiento. No obstante, también indicaba que la clave para ser feliz radicaba en evitar los excesos, porque estos terminan provocando angustia.
A mediados del siglo XIX surgió una corriente filosófica muy interesante denominada “Nuevo Pensamiento” para la cual la felicidad era una actitud mental, una decisión. Según estos filósofos, todos estamos buscando constantemente un camino que nos permita ser más felices, pero la clave radica en aceptar nuestra condición, nuestra historia de vida y nuestro pasado. Cuando tomamos esa decisión conscientemente, nos acercamos a la felicidad.
En el siglo XXI podríamos decir que la Felicidad es el estado emocional de una persona que siente bienestar y de sentir autorrealización cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos.
La felicidad es una condición subjetiva y relativa. Como tal, no existen requisitos objetivos para ser felices: dos personas no tienen por qué ser felices por las mismas razones o en las mismas condiciones y circunstancias.
No obstante, para ser felices a veces no es necesaria ninguna condición previa, y así, hay personas que están siempre felices y que se sienten a gusto con la vida y con aquello que les fue otorgado en gracia, y personas que, pese a que tienen todas las condiciones para estar bien, se sienten profundamente infelices.
Se puede decir entonces que la felicidad no es una meta, sino un camino a recorrer. Entonces, trabajar por ser cada día un poco más felices está en nuestras manos.