Antes de despegar un avión, la tripulación de cabina muestra a los pasajeros las indicaciones para el viaje, así como las medidas de seguridad. Informan que en caso de despresurización de la cabina, caerán mascarillas de oxigeno en cada asiento, y destacan, que «primero póngase usted la mascarilla y luego a su hijo o acompañante». En otras palabras, cuídese usted primero, para así luego poder cuidar a otros.
Que singular ejemplo o metáfora de la vida diaria. Muchas veces nos esmeramos en cuidar a otros, nos sacrificamos por los demás, olvidándonos de nosotros mismos, como queriendo hacer un sacrificio supremo, como si eso demostrara que nuestro amor no tiene límites.
¡Cuidado! el amor a los demás y a uno mismo no son excluyentes, van a la par y se complementan en una unidad que se llama identidad y autoestima. Es importante entender que el cuidarse y preocuparse por las propias necesidades no nos hace egoístas ni malas personas, al contrario, nos hace valorarnos y respetarnos, entendiendo que en la medida que cuidamos nuestro rol de hombre o mujer, podremos cuidar nuestros roles de pareja, hijos, padres, amigos, trabajadores, etc.
Entonces a cuidarnos física y psicológicamente, y siguiendo la metáfora, pongámonos primero la mascarilla nosotros, para así luego ayudar a otros a ponerse la suya.