En la actualidad se ha hablado extensamente de una nueva generación conocida como los “nativos digitales“ , “Generación google“, “Millenialls“ poniendo de manifiesto en ellos las bondades de poder interactuar con la tecnología desde temprana edad. Se le llamó a esta época la “Era del conocimiento“, presumiendo o anticipando que los avances en esta área iba a producir sujetos sabios, reflexivos en el saber, con inquietud por el aprendizaje. Al cabo de un tiempo nos hemos dado cuenta que el uso de las redes digitales en nuestros jóvenes principalmente se ha volcado a lo lúdico, llevando la delantera los videojuegos, para luego ubicarse en segundo lugar la vinculación entre pares.
Los datos en relación al tiempo que pasan nuestros niños y adolescentes en contacto con dispositivos tecnológicos (smartphones, Tablet, televisión, computadores) son sorprendentes. Un estudio realizado en países occidentales mostraba que niños a partir de los 2 años se pasan una media de 3 horas diarias ante las pantallas, y suman horas en la medida que crecen. Entre los 8 y los 12 años esa relación crece a 4.50 horas al día, y entre los 13 y los 18 a sube a 6 horas y 45 minutos.
Lamentablemente hay una gran cantidad de estudios que demuestran los daños que causa en nuestros niños y adolescentes la exposición sostenida en el tiempo a estos dispositivos. Afectando desde la salud física (obesidad, alteraciones de la maduración cardiovascular), salud mental (agresividad, tendencia a la depresión, aislamiento, dificultad de sociabilizar) o intelectual (con efectos sobre el lenguaje, comprensión lectora, dificultades en la concentración, retención, etc.)
Como adultos hemos debido adaptarnos al ZEIGEIST o espíritu de los tiempos involucrándonos con mayor o menor dificultad a los avances tecnológicos imperantes. Y no cabe duda que nos compete un rol en poder orientar y guiar a nuestros hijos a que lo digital sea una herramientas mas, y no un fin en sí.