Cada etapa del ciclo vital presenta distintos desafíos para el ser humano, sin embargo de manera transversal a nuestra existencia, contar con un sentido de vida, esto es; la identificación del motor de nuestras acciones y decisiones ligadas a un rol, resultará fundamental para enfrentar dichas demandas y motivarnos a avanzar, cuidando de nosotros y de quienes nos importan.
Lamentablemente, en la adultez mayor, donde muchas veces los roles de trabajador y/o responsable de otro ya no son detentados, ese sentido de vida deja de estar claro, conllevando a menudo despreocupación de parte del individuo consigo mismo, pudiendo derivar incluso en un trastorno del ánimo. En este sentido, como familiares o amigos de personas mayores, podemos aportar a la construcción de ese motor, incluyendo a estos seres queridos en nuestras labores y actividades cotidianas, pesquisando las diversas capacidades que les otorga su basta experiencia vital, así como fomentando su participación en otros espacios sociales.
