Muchas veces nos vemos enfrentados a la pregunta ¿qué regalar?… Como si se tratara sólo de un objeto a elegir.
Si pensamos en el sentido desde el punto de vista del que regala, es más común la pregunta de cuánto entregar. A veces vemos que la persona que regala es suficientemente generosa como para dar hasta que duela como la religión ha enseñado. Y también están los prácticos que evalúan el gasto o la inversión que significará.
Desde el punto de vista del que recibe… ¡sálvese quien pueda!… Aquí nos encontramos con una infinidad de sentidos dados al regalo recibido.
Están los regalos piedra. Algo que no sabes qué destino darle y por lo tanto son difíciles de agradecer. No imposible, pero difícil.
Los regalos con elástico. Aquellos en que piensas más en qué está esperando de vuelta el que te lo entrega. Que se puede leer una intencionalidad. Es muy incómodo, salvo que haya complicidad entre las partes y termine siendo una buena humorada.
Los no-regalos. Porque te preguntaron qué querías y eso te trajeron. Una lata, para mi gusto.
Y así muchas otras formas. Hasta llegar al regalo-regalo. Ese que no esperabas. Ese que te alegras de recibir y te alegras de agradecer. Que la sorpresa no tiene tanto que ver con cuán creativo es sino con la sutileza que incluye el gesto. Ese regalo que logra hacerte sentir que te supieron leer… Esos valen la pena!!!